viernes, 20 de diciembre de 2013

Primer vómito.

♫ http://www.youtube.com/watch?v=8KHwuOtcALQ

Hoy vomité por primera vez. Nunca lo había logrado. A veces simplemente dejaba de comer cuando quería bajar de peso. Nunca había llegado a comprender del todo por qué las chicas vomitaban. Pero hoy entendí que no es una elección. No es sencillamente una forma desesperada de bajar de peso. Es un exorcismo.

Hace dos años atrás, había bajado de 56 a 50 kilos porque me había propuesto gustarle a un inútil que se fijaba en modelos. Hoy todo es más intrincado que eso.

Hoy estaba en el trabajo. Me tocó asistir a un compañero con cierta tarea técnica (no quiero decir qué clase de trabajo hago, porque temo que me descubran). La cosa es que hace un par de días este compañero y yo cogimos. Violenta y apasionadamente, ahí, en el estudio donde laburo. Yo sabía muy bien que tenía novia pero no me importó. No me importó ser la segunda.

En fin: Voy al piso de abajo del edificio, donde otro compañero está cuchicheando con mi jefe. Así me entero que mi nuevo amante se está comiendo a la secretaria. En ese preciso momento. Media hora antes de eso, él me agarraba la mano y me hacía acariciarle la pija. Me decía lo hermosa que era, los lindos ojos que tenía.

No me importa ser la segunda, pero definitivamente no me gusta ser la trigésima novena.

Me fui con un sabor amargo en la boca.

No había comido en todo el día. De hecho, hace varios días que estoy comiendo poco (es que estoy trabajando mucho, y en esta clase de empleo no tengo mucho tiempo para eso). Me compré una Coca Cola grande. Unas Pringles. Unos Kesbun. Me encargué una pizza. Y me comí todo.

Y me sentí horrible. Deforme. Necesitaba sacarme de adentro todo lo que sentía (suena "Sacate la mierda", en mi cabeza... A Corvata nunca se le hubiese ocurrido esto). Fui al baño, tomé muchísima agua, me arrodillé en el piso frío. Empecé a vomitar. Al principio me costaba y vomitaba sólo saliva o apenas un poco de comida. Me pareció que lo que salía era muy poco, así que me tomé dos vasos de agua grandes de un solo trago.

Un dolor punzante me atacó el estómago. Me mareé. El corazón se me agitó. Me arrodillé, me metí los dedos hasta el fondo de la garganta llegando hasta la campanilla y fui sacando lo que tenía. Lo hice varias veces.

Ahí estaba, tirada en el piso, mirando mi propio vómito flotar en el agua del inodoro. Había algo de orgásmico en todo eso: Me sentía débil como después de un buen polvo y el corazón se me iba a salir por la boca. Y me sentía extrañamente feliz mirando los residuos, como una mina lujuriosa mirando el semen desparramado por ahí.

Debo decir que extrañaba un poco la autodestrucción.

Voy a empezar a nadar y voy a dejar de comer. No me interesa que el flaco este me de bola. En realidad, no me interesa que nadie me de bola. Ni siquiera me interesa estar más flaca.

Solamente quiero sentirme siempre como me sentía ahí en el baño: Relajada, tranquila, sola.